De un lado la humanidad radiante, cuidadosamente formateada, transparente a todos los rayos del poder, idealmente despojada de experiencia y ausente de sí hasta el cáncer. Del otro, nosotros, esa masa de mundos infra-espectaculares, de parias intersticiales: existencias inconfesables de los que no se reconocen en la tibieza climatizada del paraíso imperial.
martes, 1 de julio de 2014
Suscribirse a:
Entradas (Atom)