Ufffs, hace ya bastante tiempo que no me aparecía por el Blog, he estado ocupado en mi tesis. A propósito de ese insomne hecho, aprovecho de subir este artículo que encontré por ahí en mis turisteos por la red (es sólo un estracto del texto, el original en la fuente).
"La arquitectura, el urbanismo y la ordenación del territorio pueden entenderse como organizadores de sistemas complejos, donde las variables no se relacionan de forma lineal. El comportamiento de los elementos responde al de un ecosistema, donde la alteración de una de
las variables, más allá de su flexibilidad implícita en el propio sistema, genera comportamientos exponenciales de una o todas las demás, hasta generar una nueva situación de equilibrio inestable.
Estos procesos son los responsables de realidades (dinámicas) aparentemente aleatorias como la forma de la ciudad o la distribución del territorio. El sistema, que es un resultado de las variables
analizadas y sus interrelaciones, preexiste entonces al hecho arquitectónico, urbano o territorial y es en la confrontación con las circunstancias específicas de cada entorno concreto, donde alcanza su configuración definitiva.
Como en la mayoría de sistemas complejos, la complejidad se alcanza a partir de las relaciones de elementos muy simples, que se agrupan para generar entidades con un grado mayor de complejidad, que a su vez están interrelacionadas, etc… los límites del ecosistema (ecotonos),
constituyen las zonas de contacto con los ecosistemas adyacentes. Un ecosistema se relaciona con los demás de la misma forma en que los diversos elementos se interconectan dentro de él mismo, generando un sistema aparentemente ilimitado de relaciones (esferas), donde la finitud se define como una cuestión de gradiente de influencia que tiende a cero.
La visión sistémica de la arquitectura es uno de los caminos más firmes para superar la postmodernidad; al plantearse como una vía de generación que, por un lado, subraya la condición compleja que arquitectura y urbanismo siempre tuvieron; pero que por otro, aporta nuevas formas de producción, al margen de la idea, la historia, la memoria, la metáfora e incluso el lugar… o que si no descarta, asume estás cuestiones como parte de un sistema de relaciones mucho mayor, desplazándolas de su posición central.
El concepto de sostenibilidad sólo puede entenderse mediante una visión sistémica de la realidad. Para alcanzar la sostenibilidad, un sistema deberá aumentar necesariamente su complejidad.
El concepto de “desarrollo sostenible” es un oxímoron. La lógica económica actual asocia el bienestar con desarrollo económico, que viene determinado por un aumento de la producción y del consumo, basado necesariamente en un aumento del consumo de los recursos
naturales.
La economía ambiental defiende que se puede aumentar el consumo de capital manufacturado reduciendo el consumo del capital natural, mediante el desarrollo de las tecnologías (energías renovables y nanotecnología). Sin embargo, la sostenibilidad del sistema a escala global entraría en crisis, pues este modelo de desarrollo se basa en las desigualdades económicas y sociales actuales.
Frente a la economía ambiental, la economía ecológica plantea que para alcanzar la sostenibilidad del sistema es necesaria una reducción de la producción y consumo del capital manufacturado. Esto produce, lógicamente, una reducción del consumo de recursos naturales. La sociedad debería cambiar de una sociedad que mide su bienestar en el consumo de bienes físicos, a un modelo social en el que el bienestar se base en el consumo de bienes del conocimiento, de productos intangibles. Para ello es fundamental el desarrollo del conocimiento y de las tecnologías de la información. Este cambio de modelo conlleva un incremento de la complejidad del sistema. Además, las relaciones entre sus componentes y las propiedades de éstos deben complejizarse
para alcanzar un uso más eficiente de los recursos disponibles. La gestión compleja como modo de organización debe sustituir a la sectorización actual. ejercicios de complejidad sobre soportes insostenibles. incremento de la sostenibilidad de modelos no sostenibles.
El grado de complejidad de un sistema viene definido por el sistema de relaciones que se establece entre sus componentes y la complejidad de los mismos. Para reducir el consumo de recursos en un sistema, éstos deben ser compartidos por sus componentes, con el consiguiente
establecimiento de nuevas relaciones y conexiones fundamentadas en la intensificación del uso de dichos recursos. En un sistema preexistente de bajo nivel de complejidad y gran consumo de recursos, se puede reducir este último factor mediante el incremento de la complejidad del sistema que se puede generar al establecer nuevos vínculos de relación entre los componentes o mediante un proceso de complejización de los mismos que permita una intensificación del uso que de ellos hacen el resto de componentes del sistema. La complejización de los componentes también provoca una cualificación del componente, que evita la necesidad de agregar al sistema otros componentes simples con dichas cualidades.
El número de relaciones establecidas entre los componentes del sistema aumenta mediante la gestión compleja del sistema, considerando todo el sistema en su globalidad. La gestión sectorizada establece campos no relacionados dentro del sistema, que generan un incremento en la necesidad de recursos al reducir la intensidad de uso de los mismos.
Para el estudio de la complejidad del ecosistema formado por el hombre, la sociedad y la naturaleza aplicaremos varias escalas de observación que comprenderán un subsistema englobado en el ecosistema global. Las transformaciones que incrementan la complejidad de los
subsistemas implican un incremento de los componentes o las relaciones de los componentes que forman el ecosistema global, por lo que también se incrementa la complejidad del conjunto.
Los subsistemas a los que se aplican las transformaciones corresponden a las diferentes escalas en las que se divide comúnmente la realidad espacial en la práctica del urbanismo y la arquitectura: la habitación, los espacios comunitarios, el espacio público, la ciudad y
el territorio. En dichos subsistemas la complejidad puede incrementarse mediante transformaciones simples que complejicen los componentes que lo forman, multiplicando e intensificando su uso e incrementen tanto las relaciones entre sus componentes, como las relaciones entre los diferentes subsistemas.
En el ámbito doméstico la sociedad de bienes físicos de consumo se ha caracterizado en la postmodernidad por un incremento del ensimismamiento y la acumulación. La falta de relación, la unicidad de usos, la homogeneización de los componentes y su especificidad
monofuncional, que conllevan un cada vez mayor consumo de recursos, convierten el espacio doméstico en un espacio hermético que no se relaciona con el medio y que funciona mediante un gran consumo de energía y de espacio. La falta de flexibilidad y adaptabilidad de los modelos habitacionales convencionales entran en conflicto con los nuevos modos cambiantes de habitar que caracterizan la situación actual. La adaptación de estos modelos a esta nueva situación genera un consumo de recursos que podría evitarse mediante un cambios de estos modelos a otros con un mayor grado de adaptabilidad a los cambios de los modos de habitar, a los cambios de uso y que permitan una mayor intensificación de su uso. Reduciendo el espacio doméstico a la célula básica que constituye la habitación, ésta podría asociarse de maneras diferentes de acuerdo con los nuevos modelos familiares y de forma de habitar actuales.
En la relación de la célula de habitación con el medio también se propone una transformación que complejiza el elemento mediante el que se relacionan. Si convencionalmente el cerramiento sólo desempeñaba las funciones de aislamiento térmico y acústico, el entendimiento de éste como una envolvente que constituya un componente de la vivienda con mayor número de funciones, provoca una transformación radical de la célula habitacional. La envolvente asume multiplicidad de usos y ofrece nuevas formas de relacionarse con el entorno. Esta envolvente puede asumir las funciones de almacenaje, regulador de la intensidad de luz y de radiación solar directa, modificarse según las estaciones, aumentar el grado de aislamiento térmico, acústico y de privacidad, así como puede y debe tener las cualidades de reciclabilidad y fácil adecuación a los cambios de los modos de vida del usuario. Si se aplica este concepto de envolvente de almacenaje y de relación con el medio a las tipologías convencionales, el grado de sostenibilidad de las mismas aumenta al ser necesario un menor número de recursos para su adaptación a la evolución de los modos de habitar de los usuarios. Además la relación con el medio puede adoptar muy diversas formas evitando el ensimismamiento y la hermeticidad de los cerramientos convencionales y recuperando la percepción de la estacionalidad.
Los espacios de relación entre el espacio doméstico y el espacio urbano han sido relegados, casi completamente, a la función de núcleo de comunicación, eliminando los usos comunitarios que se proponían en el movimiento moderno. Esta reducción monofuncional genera una disminución de las relaciones entre los usuarios de las espacios domésticos, así como de los posibles usuarios no pertenecientes a las células habitacionales a los que daban servicio. Además ha provocado la necesidad de incorporar estas funciones antes comunitarias a cada célula habitacional con la consiguiente disminución de la intensidad de uso y el aumento del consumo de los recursos, que en este caso podría equivaler a espacio habitable dentro de la vivienda.
Si a dichos espacios comunes no sólo le incorporamos los usos comunitarios que antes los caracterizaban, sino que además introducimos usos propios del espacio público, estos espacios incrementan notablemente su capacidad de generar relaciones entre los propios usuarios de las células de habitación y los ajenos a las mismas. Los espacios comunes pasan de concebirse como espacios de extensión del espacio privado a funcionar como extensiones del espacio público.
Este incremento de complejidad mediante la yuxtaposición de usos antes separados y la inserción de los recorridos públicos en los privados, puede aplicarse a una mayor escala en el espacio urbano. Si el espacio privado se ve rodeado completamente por lo público, el aumento de la superficie de contacto y el entrecruzamiento de recorridos incrementan notablemente el número de relaciones posibles dentro del sistema urbano. La actual distribución separada de los usos mediante edificios monofuncionales y el exclusivo aprovechamiento de la cota de calle
para el espacio público reduce la superficie posible de relación.
Anteriormente se proponía una envolvente de almacenaje y relación aplicada a una tipología de vivienda convencional. A escala urbana la envolvente pública modificaría fundamentalmente los sistemas de relación y vivencia de lo público. Se transforma la sección básica de la ciudad, incorporándose lo público a todas las cotas. El ciudadano recupera su ámbito natural de relación y mediante la intensificación de su uso público, las relaciones aumentan notablemente.
monofuncional, que conllevan un cada vez mayor consumo de recursos, convierten el espacio doméstico en un espacio hermético que no se relaciona con el medio y que funciona mediante un gran consumo de energía y de espacio. La falta de flexibilidad y adaptabilidad de los modelos habitacionales convencionales entran en conflicto con los nuevos modos cambiantes de habitar que caracterizan la situación actual. La adaptación de estos modelos a esta nueva situación genera un consumo de recursos que podría evitarse mediante un cambios de estos modelos a otros con un mayor grado de adaptabilidad a los cambios de los modos de habitar, a los cambios de uso y que permitan una mayor intensificación de su uso. Reduciendo el espacio doméstico a la célula básica que constituye la habitación, ésta podría asociarse de maneras diferentes de acuerdo con los nuevos modelos familiares y de forma de habitar actuales.
En la relación de la célula de habitación con el medio también se propone una transformación que complejiza el elemento mediante el que se relacionan. Si convencionalmente el cerramiento sólo desempeñaba las funciones de aislamiento térmico y acústico, el entendimiento de éste como una envolvente que constituya un componente de la vivienda con mayor número de funciones, provoca una transformación radical de la célula habitacional. La envolvente asume multiplicidad de usos y ofrece nuevas formas de relacionarse con el entorno. Esta envolvente puede asumir las funciones de almacenaje, regulador de la intensidad de luz y de radiación solar directa, modificarse según las estaciones, aumentar el grado de aislamiento térmico, acústico y de privacidad, así como puede y debe tener las cualidades de reciclabilidad y fácil adecuación a los cambios de los modos de vida del usuario. Si se aplica este concepto de envolvente de almacenaje y de relación con el medio a las tipologías convencionales, el grado de sostenibilidad de las mismas aumenta al ser necesario un menor número de recursos para su adaptación a la evolución de los modos de habitar de los usuarios. Además la relación con el medio puede adoptar muy diversas formas evitando el ensimismamiento y la hermeticidad de los cerramientos convencionales y recuperando la percepción de la estacionalidad.
Los espacios de relación entre el espacio doméstico y el espacio urbano han sido relegados, casi completamente, a la función de núcleo de comunicación, eliminando los usos comunitarios que se proponían en el movimiento moderno. Esta reducción monofuncional genera una disminución de las relaciones entre los usuarios de las espacios domésticos, así como de los posibles usuarios no pertenecientes a las células habitacionales a los que daban servicio. Además ha provocado la necesidad de incorporar estas funciones antes comunitarias a cada célula habitacional con la consiguiente disminución de la intensidad de uso y el aumento del consumo de los recursos, que en este caso podría equivaler a espacio habitable dentro de la vivienda.
Si a dichos espacios comunes no sólo le incorporamos los usos comunitarios que antes los caracterizaban, sino que además introducimos usos propios del espacio público, estos espacios incrementan notablemente su capacidad de generar relaciones entre los propios usuarios de las células de habitación y los ajenos a las mismas. Los espacios comunes pasan de concebirse como espacios de extensión del espacio privado a funcionar como extensiones del espacio público.
Este incremento de complejidad mediante la yuxtaposición de usos antes separados y la inserción de los recorridos públicos en los privados, puede aplicarse a una mayor escala en el espacio urbano. Si el espacio privado se ve rodeado completamente por lo público, el aumento de la superficie de contacto y el entrecruzamiento de recorridos incrementan notablemente el número de relaciones posibles dentro del sistema urbano. La actual distribución separada de los usos mediante edificios monofuncionales y el exclusivo aprovechamiento de la cota de calle
para el espacio público reduce la superficie posible de relación.
Anteriormente se proponía una envolvente de almacenaje y relación aplicada a una tipología de vivienda convencional. A escala urbana la envolvente pública modificaría fundamentalmente los sistemas de relación y vivencia de lo público. Se transforma la sección básica de la ciudad, incorporándose lo público a todas las cotas. El ciudadano recupera su ámbito natural de relación y mediante la intensificación de su uso público, las relaciones aumentan notablemente.
En el territorio también se deben intensificar las cualidades intrínsecas al mismo. El campo debe ser más campo y lo urbano más urbano (S. Rueda). La ciudad debe tender a aumentar su compacidad para reducir la demanda de recursos en lugar de apostar por los modelos de dispersión actuales, que, además de consumir más territorio, constituyen sistemas con mayores necesidades de recursos para su funcionamiento. La ciudad compacta es un sistema de mayor complejidad que puede reducir el consumo de recursos de forma notoria mediante la intensificación del uso y la generación continua de relaciones entre sus componentes para aprovechar al máximo los recursos disponibles.
Debido a la necesidad actual de reformar los sistemas existentes en lugar de sustituirlos por otros nuevos que funcionaran de forma sostenible pero necesitaran de ingentes cantidades de recursos para su creación, las transformaciones para el aumento de la complejidad en soportes insostenibles constituyen ejercicios fundamentales para mejorar la sostenibilidad global de los sistemas urbanos existentes y, por consiguiente, del ecosistema Hombre-Sociedad-Naturaleza."
Debido a la necesidad actual de reformar los sistemas existentes en lugar de sustituirlos por otros nuevos que funcionaran de forma sostenible pero necesitaran de ingentes cantidades de recursos para su creación, las transformaciones para el aumento de la complejidad en soportes insostenibles constituyen ejercicios fundamentales para mejorar la sostenibilidad global de los sistemas urbanos existentes y, por consiguiente, del ecosistema Hombre-Sociedad-Naturaleza."
Javier Caro Domínguez
Miguel Gentil Fernández
2006
La imagen es del Wiki Rome (MIT, Carlo Ratti project).
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