Son días en que sales de tu casa, de tu cubo funcional, de tu unidad hermética, de tus apegos institucionales y te sueltas a la calle, te des - privatizas, o por lo menos lo intentas. Así sales a caminar, y deambulas y piensas y sigues pensando y en tu cabeza nada para, todo es hipertextual como en la maravillosa y casi infinita red, abres ventanas mentales y dejas que todo vaya sucediendo como en las películas, aunque esta es la tuya y como dijo Artaud hace falta una cámara atada a la mente.
El cielo parece gris aunque no lo sea, el calor sofoca y el frío también, la piel se resiste un poco a la realidad ambiental. En fin, todo en la ciudad parece más real que en la televisión, todo se contradice, las imágenes de la calle no son las mismas que las de la televisión, acá la caca huele. Tanto tiempo estudiando para poder racionalizarlo y aún así me parece sólo una forma intelectual de no vivir las cosas.
El cielo parece gris aunque no lo sea, el calor sofoca y el frío también, la piel se resiste un poco a la realidad ambiental. En fin, todo en la ciudad parece más real que en la televisión, todo se contradice, las imágenes de la calle no son las mismas que las de la televisión, acá la caca huele. Tanto tiempo estudiando para poder racionalizarlo y aún así me parece sólo una forma intelectual de no vivir las cosas.
A la hora de mis viajes por Santiago voy asisitiendo a numerosas entropías, aún captando sus dinámicas a través del lente estático, quieren brotar y salir de su equilibrio. Me intrigan estos espacios, de alguna manera me absorven. Recuerdo a Lefebvre: "disfruto de mi vida entre el centro y la periferia, soy simultáneamente periferico y central". De aquello se trata, de disfrutar el errar. Voy gozando cada momento, quizás pensando demasiado y dibujando poco, o escribiendo poco. Esa culpa me persigue.
Hace varios meses viene rodando en mi cabeza - en relación a esto - el recuerdo de permanent vacation de Jim Jarmusch. Quizás porque lo poderoso de la cinta, más allá de su interpretación cinematográfica, es para mi el valor cultural de su personaje, su dimensión urbana espiritual. Ese vagabundear por vagabundear, por recolectar, por itinerar, por hacer un imaginario fuera del imaginario general. Me recuerda que aún no hemos comprendido en mi País que el espacio público es algo político y no un dispositivo fetiche de consumo como el Mall. Así es, performar todo el tiempo, actuar todo el tiempo, reaccionar a cada momento. Sabemos tan poco del habitar sin función determinada, hemos sido esclavizados por los programas y nos cuesta crear. Quizás los situacionistas lo entendieron mejor y aunque estén muertos, hoy en día parecen cada vez más vigentes: a través del arte urbano, de la instalación, y sobretodo de la crítica ejercida.
En fin, todo esto me ha llevado a pensar últimamente que la mirada acádemica sobre la Ciudad es profundamente tóxica. Es una especie de conductismo tecnocrata que te vuelve un pollo sin pico. No te corta la lengua pero te la adiestra. Y este delirio de la razón produce Monstruos. Habermas tenía razón aún con sus tercas ideologías : En el espacio público se libran batallas de sentido.
Aún con toda esa estrategia higienista sigo resistiéndome, quizás porque la Ciudad es maravillosamente desordenada y caótica y he allí su equilibrio. Por más fuertes que sean los esfuerzos de dominar y controlar las estructuras, por parte del hombre moderno, este siempre fracasará, por desentenderse de la naturaleza. Ciudad en estadio que muta como dijo Ignasi Sola Morales.
Hace varios meses viene rodando en mi cabeza - en relación a esto - el recuerdo de permanent vacation de Jim Jarmusch. Quizás porque lo poderoso de la cinta, más allá de su interpretación cinematográfica, es para mi el valor cultural de su personaje, su dimensión urbana espiritual. Ese vagabundear por vagabundear, por recolectar, por itinerar, por hacer un imaginario fuera del imaginario general. Me recuerda que aún no hemos comprendido en mi País que el espacio público es algo político y no un dispositivo fetiche de consumo como el Mall. Así es, performar todo el tiempo, actuar todo el tiempo, reaccionar a cada momento. Sabemos tan poco del habitar sin función determinada, hemos sido esclavizados por los programas y nos cuesta crear. Quizás los situacionistas lo entendieron mejor y aunque estén muertos, hoy en día parecen cada vez más vigentes: a través del arte urbano, de la instalación, y sobretodo de la crítica ejercida.
En fin, todo esto me ha llevado a pensar últimamente que la mirada acádemica sobre la Ciudad es profundamente tóxica. Es una especie de conductismo tecnocrata que te vuelve un pollo sin pico. No te corta la lengua pero te la adiestra. Y este delirio de la razón produce Monstruos. Habermas tenía razón aún con sus tercas ideologías : En el espacio público se libran batallas de sentido.
Aún con toda esa estrategia higienista sigo resistiéndome, quizás porque la Ciudad es maravillosamente desordenada y caótica y he allí su equilibrio. Por más fuertes que sean los esfuerzos de dominar y controlar las estructuras, por parte del hombre moderno, este siempre fracasará, por desentenderse de la naturaleza. Ciudad en estadio que muta como dijo Ignasi Sola Morales.
2 comentarios:
Cuando dices «tanto tiempo estudiando para poder racionalizarlo y aún así me parece sólo una forma intelectual de no vivir las cosas» no puedo más que encontrarte razón. Pienso que la enseñanza de la arquitectura debe de ser una de las más irresponsables que hay, al menos donde estudiamos. Nos la enseñan como se enseñaría la biología sin laboratorios: muchas hipótesis y ninguna de demostración.
Ahora, yo tendría cuidado al hablar de caos en la ciudad. Creo que no entender como funciona, no ver ese orden subyacente, es producto de la irresponsabilidad a la que ya me referí, que no es sólo académica, sino profesional. Nuestro empeño debería estar puesto en entender como funciona el sistema, no maravillarnos de que nos sea ininteligible.
Intentaré escribir algo al respecto en extenso en mi nuevo blog, que está en http://procrastinando.netne.net Lo comparto con mi pololo, pero de momento él no ha escrito.
Saludos Diego.
Más allá de un refinamiento conductual progresivo con respecto a las capacidades del ser humano para crear, soñar y hasta vivir; lo veo como una falta de identidad, quizás urbana, social, psicologica; pero es asi, no me hayo viviendo en una ciudad tal cual es. Lo digo por Santiago o talca o conce ... es asunto de una serie de carencias tanto arquitectonicas como de sentidos el deambular por calles que no me pertencen, santiago no es mia pero tampoco lo va ha ser, por que no me siento parte de esa consctrucción tanto abstracta como fisica, y creo que Talca tampoco. falta una mayor conexión con nuestros sentidos para crear desde un poema hasta una catedral del siglo XV .
nos vemos moika .
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